NUESTRA HISTORIA

Comenzamos en el año 2004, con apenas unas palabras escritas en papel y muchas ganas de trabajar. Tuvimos un rinconcito donde meternos a ensayar y encaramos para adelante. Éramos como 25. Algunos fueron quedando en el camino, el rinconcito también y nos encontramos con un 2005 desalentado, sin espacio, con algunos compañeros menos, con algunos amigos más, la obra escrita por completo, ensayada, con música original, vestuario todo todo. Nos metimos donde pudimos y estrenamos "De curso legal". Como era fin de año sólo pudimos hacer 3 funciones y la navidad y las pasas de uva y las almendras se nos vinieron encima, así que medio borrachos y entre brindis suspendimos. En el 2006 volvimos a ensayar porque ese verano también se llevó gente y trajo nuevos amigos. Y entre tanto movimiento, casi sin darnos cuenta, nos hicimos de un espacio propio, lo arreglamos, lo pintamos, lo pusimos bonito y nos rompimos las manos y volvimos a estrenar. Todo el año de funciones. Cada vez que anunciábamos la despedida, aparecía algún amigo, una tía, un pariente, un vecino o un noséqué que no la había visto, y volvíamos a hacer función. Así todo el año. Entonces de nuevo las almendras y el pan dulce nos amenazaron y tuvimos que parar y festejar el fin de año en San Telmo Jólibud, nuestro espacio. 2007, decidimos hacer dos funciones de despedida de De curso legal, por si había algún colgado que no la hubiera visto... Pero eran muchos, así que en lugar de dos funciones fueron 12 y paramos a la fuerza después de un estreno y 30 despedidas. La cosecha había sido buena, muchas risas de la gente, mucho cariño recibido, mucha alegría por el nuevo espacio, y una deuda de la ostia. Así que empezamos a hacer fiestas. Pero no cualquier fiesta, armamos la refamosísima y aclamada FIESTA DE LA TARASCA, para juntar fondos que nos garanticen la devolución de la deuda y la posibilidad de armar una nueva obra. Y después nos dedicamos a escribir y ensayar la cosa nueva, la segunda creación de la tarasca: "La corbata de Alfredo". Trabajamos todo el año y en diciembre estrenamos, con la lengua afuera como siempre, pero muy ansiosos por mostrar el nuevo trabajo. También se nos vinieron de nuevo encima los brindis (ya es una cuestión personal esta guerra: El mito de la tarasca vs la navidad), así que paramos otra vez. Y aquí nos encontramos ahora, con cuatro años encima, unos cuantos deshalojos, dos obras estrenadas, un nuevo grupo de gente que se sumó a través de la Escuela de la Tarasca y una vida por delante para hacer teatro del que nos gusta, teatro del que divierte, del que nos pone contentos y hace que nos levantemos temprano los domingos para ensayar. Teatro del que hace que mucha gente salga con el asado a medio masticar para venir a ver una función, y se vaya con el corazón contento, muerto de risa, con ganas de arrancar para adelante porque se rió mucho y la risa hace bien, empuja, emborracha de alegría a cualquiera. Ese es nuestro teatro, el que contagia risas por todos lados. Y no hay vacuna, ni ungüento, ni gualicho que lo detenga.