LLUVIA TARASCA

Parece que nos levantamos medio sonámbulos hoy... Los integrantes de "El mito de la tarasca" los días de lluvia desearían faltar al trabajo, quedarse en la cama viendo la tele, leyendo revistas tontas o novelas aburridas de esas que sólo se permite leer en la playa. Entregarían a su madre por un panqueque con dulce de leche, unas tortas fritas, o unos pastelitos de membrillo con granas arriba pegaditas y dulzonas. Esta gente querría quedarse en casa, con las pantuflas puestas, andando de acá para allá arrastrando los pies de la cocina -por el mate- hasta la pieza -por las películas-... Los tarasqueros ya no temen los días de lluvia porque el techo de la sala ya no tiene agujeros, y los equipos están seguros... Aunque recuerdan con pesar las corridas y los llamados telefónicos para ir a mover todo de abajo de la gotera que arruinó varias tranquilas madrugadas... Los tarasqueros adoran que llueva los días de semana, y si llueve un domingo, llegan mojados, tarde, con facturas y mate al ensayo y se encierran durante horas a esperar que la lluvia pare, desde adentro de la sala, calentitos, refugiados en eso que tanto les gusta hacer, amontonados en sus ganas de estrenar, sus deseos de ser mejores y sus ansias por la risa y el aplauso. Como ronda de brujas, los tarascos arman sus mejores posiones para la carcajada... Y hay que verlos... No hay boca ni diente ni corazón que se resista a semejante embrujo.